Myriam Martínez, docente de la Facultad de Ciencias Agropecuarias, se refirió a las características de los lapachos y la importancia de los árboles para nuestras ciudades.

Entre los paisajes más vistosos y coloridos de nuestra provincia, en esta época del año los lapachos tienen el protagonismo: con sus flores nos anuncian que la primavera se acerca. Myriam Martínez, docente de la cátedra Espacios Verdes de la Facultad de Ciencias Agropecuarias, dialogó con UNER Medios sobre los árboles más fotografiados de nuestra región y la importancia de que vivan (y convivan) en nuestras áreas urbanas.

Martínez comentó que el lapacho negro (denominado así por el color de su madera, y científicamente nombrado Handroanthus heptaphyllus), “es típico de la selva paranaense, una formación que viene desde el norte y va por el Paraná y otros ríos. Por eso es nativo de Entre Ríos, en ese recorrido”. La mayoría de los lapachos que hay en la ciudad de Paraná “son los negros. Hay algunos rosados y ambos tienen ciertas diferencias, pero en general no están clasificados”, indicó. La docente conoce estos datos porque junto a un equipo de la Facultad, acompañan a los municipios con relevamientos, análisis e informes sobre la forestación urbana. “Hay también lapachos blancos, que son albinos del lapacho rosado, y amarillos, que son otra especie. Los rosados y amarillos no son nativos de nuestra provincia”, aclaró.

Tener un arbolado con una alta biodiversidad hace que se proteja frente a posibles plagas o enfermedades.

Myriam Martínez

¿Qué característica los vuelve tan llamativos? “Los lapachos florecen sobre la rama pelada, por eso la copa es de flores. La mayoría de las veces va perdiendo escalonadamente las hojas, termina pelado para esta época y florece dependiendo cómo se va dando el invierno y la entrada de la primavera entre agosto y septiembre. Y eso tiene que ver con que en distintas regiones, según el frío o el calor que haya, es más tarde o más temprano. Cuanto más calor hace, más temprano florecen; cuanto más frío, se atrasan un poco. El esplendor de la floración va a depender de la temporada de lluvias, porque si ambas se alinean, lo pierden bastante más rápido”, sostuvo.

La importancia de la biodiversidad

La docente hizo referencia al trabajo de planificación realizado en Paraná en 2015, cuando se sugirió continuar plantando lapachos en aquellas veredas que ya los tenían. Sin embargo, aclaró que el concepto de biodiversidad es clave: ninguna especie de árbol debería tener preponderancia por sobre otras, dentro de una ciudad. “En el censo del 93’ en la ciudad había más de 11 mil paraísos, y en el de 2015 solo quedaban alrededor de mil. Casi 10 mil ejemplares se perdieron por una enfermedad llamada amarillamiento, que va produciendo una pérdida del follaje en verano y a largo plazo las plantas se debilitan y mueren. Tener un arbolado con una alta biodiversidad hace que se proteja frente a posibles plagas o enfermedades que avancen, ya sea por el corrimiento del cambio climático, o por otras cuestiones inesperadas. A mayor diversidad, menores pérdidas por enfermedades específicas, es decir, aquellas que atacan a una especie y no a otra”, ejemplificó.

Por otra parte, Martínez explicó que “en la Facultad tenemos una teoría de ordenamiento urbano, mediante la cual nos parece interesante que haya vías, calles, que tengan la misma especie. Entonces cuando florecen, por ejemplo los lapachos, generan toda una vía color rosa, cuando florece el ibirá pitá es todo color amarillo. Es interesante tener puntos focales de diferentes floraciones en la ciudad. Que estén alineados en la misma calle no significa que estén rompiendo con la biodiversidad, porque no descuidamos cuánto estamos incluyendo en la planificación total”.

¿Cómo se trabaja en la planificación del arbolado?

“Los relevamientos que se hacen desde la Facultad de Ciencias Agropecuarias en los distintos municipios son in situ, lugar por lugar, cuadra por cuadra, árbol por árbol y faltante por faltante. Se recorren las manzanas, se hace relevamiento sobre el árbol, sobre algunas características especiales del entorno morfológico: dónde pasan los cables, qué ancho tiene la vereda y la calzada, qué altura tiene la edificación. Una vez que se compone una base de datos, se van planificando especies por vía. Como en algunas ciudades hay heterogeneidad en el ancho de la vereda de esas vías, se planifica con dos o tres especies”, detalla Martínez y agrega: “Mientras se diseña qué especies van a ir por vía, se van volviendo a hacer los cómputos de la preeminencia de una especie. Por ejemplo, en la mayoría de los relevamientos que hemos hecho en Entre Ríos, la especie preponderante es fresno, con variaciones de presencia desde el 27% en algunas ciudades, hasta otras con el 38 o 40%. De ninguna manera podría haber una especie con tanta representatividad en un arbolado”.

La importancia de los árboles, más allá del paisaje

“Independientemente de su belleza, los árboles son los seres que hacen que vivir en la ciudad sea posible”, afirma Martínez y añade que la captura de carbono “siempre parece ser el rol más importante, sin embargo no lo es. La vida en la ciudad es posible por el confort ambiental que generan los árboles dentro del espacio público. En la ciudad, el cambio de ambiente en la zona de la proyección de sombra del árbol, es decir que baja la temperatura en verano, aumenta la humedad relativa y la calle se vuelve fresca, es uno de los mayores beneficios que un árbol le brinda al espacio público de alineación”. 

Cada vez achicamos más la cantidad de superficies absorbentes y el agua en vez de permeabilizar, hace su recorrido de rodamiento, inunda la calles, satura los desagües”.

Myriam Martínez

Con la misma sombra, el arbolado “minimiza los costos energéticos, tanto para la ciudad y en las calles, y en las zonas de calles sombreadas y con árboles se siente menos el efecto isla de calor. Por otro lado, con sus raíces y si tienen paño verde, junto con la copa, van amortiguando la caída de la lluvia, haciendo que infiltre en lugar de rodar por la alcantarilla y seguir en deriva por la calle o el cordón cuneta. Entonces, se podría pensar que lo que deberíamos también hacer es aumentar la cantidad de paños absorbentes”. Esto tiene que ver con la necesidad de que nuestros suelos tengan más material permeable para equilibrar junto al cemento y el asfalto: “Cada vez achicamos más la cantidad de superficies absorbentes y el agua en vez de permeabilizar, hace su recorrido de rodamiento, inunda las calles, satura los desagües”, señaló. 

Por último “todo lo que es verde es un lugar de reunión. Donde hay sombra, es un lugar fresco, bonito, perfumado con algunos árboles, es un lugar para construir espacio público de la gente. Eso a veces no se ve y es muy importante”, concluyó.