El Día Internacional del Trabajador y la Trabajadora, en que se conmemora al movimiento obrero mundial y a la clase trabajadora, pone nuevamente en agenda las disparidades de género que existen en el mercado laboral, las tareas de cuidado no remuneradas y los roles asignados. Diversos estudios realizados en nuestra Universidad aportan miradas respecto a estas problemáticas.
El 1° de mayo es una “fecha emblemática que invita a reflexionar además sobre las desigualdades de género en el mercado laboral, profundizado últimamente en el contexto de pandemia”. Así se refirió Rocío Arce, quien junto a docentes y estudiantes de la Facultad Ciencias Económicas de la UNER llevan adelante relevamientos sobre la temática.
“La diferencia que padecen las mujeres –relató la entrevistada en diálogo con UNER Medios– es de carácter estructural y transversal a cada uno de los espacios que habitan. En los últimos años, los principales indicadores del mercado laboral muestran disparidad entre varones y mujeres –agravado a causa de la pandemia del COVID-19–, una realidad que se observa no sólo en las tasas de ocupación sino también en la brecha salarial y desigualdad de ingresos”.
A esta situación se suma otro aspecto. “El hecho de que las mujeres además de trabajar en forma remunerada tengan que realizar el trabajo doméstico y de cuidados no pagos agudiza la problemática, teniendo en cuenta que en nuestro país las mujeres realizan más del 75% del trabajo doméstico y de cuidados”, enfatizó.
Pandemia y profundización de desigualdades
Las investigaciones desarrolladas por Arce y su equipo, identifican a “la pandemia como un factor clave sobre desigualdades estructurales a nivel mundial. Las crisis no son neutrales en términos de género y perjudican en mayor medida a las mujeres, porque son quienes sufren niveles de desempleo más alto, precarización laboral, salarios más bajos y una incidencia mayor en la economía informal”. Además, detalló que “las estadísticas a nivel mundial muestran cómo las mujeres enfrentan un alto porcentaje de desempleo, lo que contribuye al empobrecimiento sistemático y vulneración de sus derechos fundamentales”.
Según estimaciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la fuerte contracción económica afecta negativamente la ocupación y sigue aumentando la precarización de las condiciones laborales en la región, y en el caso de las mujeres representará un retroceso de diez años en su participación dentro del mercado laboral.
Consultada sobre qué características reviste la mujer en el ámbito del trabajo, la estudiante e investigadora describió que “tanto en el caso de la tasa de actividad como población desocupada y la población económicamente activa, es mayor en las mujeres que en relación a sus pares varones. Esto se traduce –señaló–, en que las mujeres tienen mayores dificultades a la hora de incorporarse al mercado laboral y de conseguir un empleo cuando comienzan su búsqueda, por el mismo causante”.
“Como decimos, la inequidad no sólo puede observarse en la diferente participación de hombres y mujeres en el mercado laboral, sino que también se visualiza al analizar los ingresos y su distribución”, enfatizó la investigadora. Asimismo, remarcó que lo que explica esta diferencia “no es sólo que a igual tarea menor remuneración, a pesar de que existe esta realidad, sino también la desigual distribución de las tareas de cuidado no remuneradas, la imposibilidad de acceder a ciertos puestos de trabajo, dificultad en conseguir una tarea formal, entre otras”. En ese sentido, explicó que “si analizamos la participación de varones y mujeres en el trabajo no remunerado, es decir aquellas actividades que no son reconocidas como tal por el mercado, observamos que las mujeres tienen una participación mayor que los varones, le dedicamos más horas”.
En Argentina, el 76% de los trabajos domésticos no remunerados son realizados por mujeres. Esta división del trabajo entre varones y mujeres se asienta sobre concepciones acerca del rol y la sensibilidad que corresponden a cada uno en el entramado socio-cultural en el que estamos inmersos.
Trabajo y responsabilidad reproductiva
En otros de los estudios efectuados por estudiantes, graduadas y graduados de la mencionada unidad académica, subrayan que “si bien a partir de mediados del siglo XX las mujeres se incorporan al mercado laboral, no quedan exentas de responsabilidades reproductivas, configurándose una doble jornada laboral, una remunerada y la otra no”. La consecuencia para ellas, explican, es “la dificultad de desarrollarse plenamente en términos laborales”. Bajo la consigna ‘eso que llaman amor, es trabajo no pago’, comenzaron a visibilizarse las tareas de cuidado. Para el grupo de investigación es “necesario repensar el mundo en el cual vivimos, visibilizar las desigualdades que padecen las mujeres y abogar por un cambio de paradigma económico y social”.
Otro aporte sobre la inserción laboral de las mujeres corresponde al licenciado en Economía, Matías Romero, quien se propuso realizar un “análisis del sector activo y las desigualdades de género que existen en la Región Centro de Argentina (Paraná, Santa Fe y Córdoba)”. Los resultados obtenidos demuestran las diferencias, en la mayoría de los casos en términos desfavorables al segmento de mujeres: “A la luz de los datos, se observa que no sólo tienen problemas para insertarse en el mercado laboral sino que al hacerlo deben enfrentar roles de género asignados por el sólo hecho de ser mujeres, existiendo una sobrecarga de trabajo, debiendo complementar tareas productivas remuneradas con trabajo doméstico y reproductivo no remunerado”.
“Finalmente –señala el relevamiento realizado por Romero– se debe dejar en claro que para hallar las causas de esas desigualdades se necesitan más estudios, otras metodologías, preguntas e interrogantes. Quedan aún cuestiones, como por ejemplo, las situaciones de camaradería entre hombres que excluyen a mujeres e inciden en las carreras laborales o el mercado laboral”.
Por otro lado, un estudio desarrollado por el docente e investigador Germán Orsini se enfoca sobre la dinámica del mercado laboral y muestra “en América Latina la desaceleración en la participación laboral femenina luego de registrar un importante incremento a partir de la segunda mitad del siglo XX. Este cambio ha sucedido a pesar del aumento en el nivel educativo promedio de las mujeres, y una caída en la tasa de fecundidad. Entre las posibles causas que podrían haber conducido al estancamiento de la misma, aparecen como preponderantes el incremento en los ingresos no laborales derivados de la expansión de los beneficios de la asistencia social, y el aumento de los ingresos laborales masculinos en un contexto de desarrollo económico que caracterizó a la región a partir de la década del 2000”.
La investigación consiste en cuantificar variables determinantes del mercado laboral femenino argentino, con el fin de contribuir al diseño de políticas sociales con perspectiva de género. “Entre los resultados más relevantes, se percibe la educación como una variable que tiene gran importancia para que las mujeres conformen el sector laboral. En tal sentido surge la necesidad de implementar programas que promuevan un sistema de corresponsabilidad social; que fomenten una distribución más equitativa entre mujeres y varones sobre el trabajo vinculado a la crianza, el cuidado y a las tareas domésticas”, finaliza.