¿Qué lugar tuvieron los veteranos de Malvinas en las políticas públicas de la posguerra? El investigador Daniel Chao desarrolló la respuesta.
A 40 años del desembarco de las tropas argentinas en las Islas Malvinas, las nuevas investigaciones en Ciencias Sociales buscan analizar este hecho histórico, con una distancia que es cronológica y ya también generacional, para mirar más allá, repensar y repreguntarse qué ocurrió durante la guerra, por qué y cómo. Daniel Chao, doctor en Ciencias Sociales por la Universidad Nacional de Entre Ríos, suma una pregunta: ¿qué pasó después? La tesis que le valió el título en nuestra Universidad problematizó el lugar de los veteranos de Malvinas en relación a las políticas del Estado argentino, entre 1989 y 2017. “En los estudios académicos en general, y sobre todo en las voces de los veteranos o personas vinculadas a ellos, el vacío estatal estaba muy presente: ‘fuimos dejados, fuimos abandonados’. Entonces quise saber qué pasó, particularmente desde los poderes Ejecutivo y Legislativo”, explicó en una entrevista a UNER Medios.
El trabajo de investigación de Chao fue reescrito y publicado como libro en 2021, bajo el título: ¿Qué hacer con los héroes? Los veteranos de Malvinas como problema de Estado. El número de normas, disposiciones y proyectos de Ley que integró el corpus de análisis superó los 150, hace cinco años atrás. Desde entonces la cifra continuó en aumento, con proyectos cuyas fundamentaciones -critica- “están llenas de lugares y sentidos comunes, bastante elocuentes de la forma en que se ha tratado el tema, con una clase política que no puede pensar las cosas de manera diferente desde hace 40 años”.
Las características de la guerra y la posguerra en nuestro país
Según Chao, fueron cuatro las principales particularidades que configuraron la experiencia nacional durante y después del conflicto: “Argentina en el ‘82 no tenía una Ley de protección para los conscriptos que explicitara qué hacer con los jóvenes que cumplían el Servicio Militar Obligatorio en caso de que se entrara en guerra, cuando incluso ya habían participado en otras batallas, por ejemplo el Operativo Independencia. Otro aspecto tiene que ver con el Teatro de Operaciones Malvinas (TOM), que es el espacio designado por las fuerzas contendientes para el escenario de batalla: todo lo que quede por fuera no puede ser atacado. El lado argentino tuvo unas fronteras bastante difusas, incluso fue demarcado explícitamente a fines de la década del ‘80 con las discusiones sobre las pensiones y leyes de protección. Y eso se hizo porque no teníamos portaaviones en el mar y los pilotos no salían de Malvinas, sino desde el continente. El TOM se tuvo que expandir para incluir en las protecciones a integrantes de la Fuerza Aérea. Entonces, se empieza a definir qué fue la guerra cuando la guerra termina”, detalló.
Por otra parte, en nuestro país “las asociaciones de soldados tuvieron que salir a reclamar por sus derechos, algo que también se dio en Estados Unidos, Inglaterra o Alemania. En Argentina las primeras organizaciones, o al menos las que tenían mayor presencia, se vincularon subjetivamente con las juventudes peronistas o comunistas y eso empezó a hacer mella a partir de la llegada de Carlos Menem y una suerte de reconocimiento de su gobierno a otra asociación que tenía mayores vínculos con oficiales o suboficiales. Entonces la disputa entre los veteranos a principios de los ‘90 fue mucho más álgida”, definió. Mientras que una última cuestión “tiene que ver con soldados, incluso oficiales o suboficiales retirados, que reclaman al Estado nacional ser reconocidos como combatientes, por haber sido llevados a las bases del Sur”.
Políticas de reinserción vs políticas de cuidado
Chao aseguró que en las medidas de gobierno y legislaciones posteriores a Malvinas y enfocadas en los excombatientes “hubo muchas fallas, y la mayor de todas tiene que ver con la salud. Siempre fueron discontinuas, tardaron mucho, no avanzaron como debían, se fueron resolviendo a la marcha y como se pudo. La Ley N° 23.109, aprobada en 1984 y reglamentada en 1988, disponía una convocatoria nacional para que la salud física y mental de todos fuera revisada, que nunca se llevó a cabo. Los veteranos empezaron a tener una obra social en el ‘90, con PAMI, y un tratamiento específico en 2003. En 2008 recién fue creada la primera institución que les brindó cuidados psiquiátricos”, sostuvo.
Las prolongadas desatenciones frente a la urgencia que demandaba la salud mental de quienes habían vuelto de la guerra, tuvo crueles desenlaces. “Hay que entender que estos hombres en la década del ‘80 no querían ser señalados como locos, porque perdían su trabajo, o porque iba contra su hombría. Hubo ola de suicidios, alcoholismo, drogadicción; las formas de vivir la posguerra fueron diversas y el Estado argentino nunca cumplió el rol de cuidarlos”, indicó.
El centro de la veteranía tiene que ser la protección
Cuatro décadas después, la pregunta es cómo repensar el lugar de los veteranos desde las políticas estatales. “Estos hombres tienen que seguir siendo cuidados porque fueron enviados en nombre del Estado argentino a jugar su vida por un problema político. No podemos permitir que queden al borde de la marginalidad. Hay algo del asistencialismo que está presente, sigue pareciendo que ellos no pueden volver a la sociedad, porque sigue siendo necesaria su reinserción después de 40 años. No soy un profesional de la política, sí un analista para indicar cómo han sido pensadas estas personas, y creo que eso puede ser un insumo para quien sabe hacerlo. El centro de la veteranía tiene que ser el cuidado, el cariño, la protección de quienes han sido representantes argentinos en el único conflicto bélico donde nuestro país fue protagonista. Eso no los hace marginales ni vuelve necesario repetir que hay que reinsertarlos, hay que cortar con ese facilismo que hemos creado”, concluyó.