Convencida de la necesidad de vencer la malnutrición y disminuir el hambre a nivel internacional, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) promovió el Día Mundial de la Alimentación en 1979, que se celebra cada 16 de octubre. Luego de 42 años, la reflexión sobre la calidad de vida y el acceso a la nutrición sigue vigente en el debate social.
Daiana Pérez es docente de la Facultad de Ciencias de la Educación, extensionista y becaria doctoral del INES Conicet-UNER. En diálogo con UNER Medios habló sobre la soberanía alimentaria y la búsqueda de alternativas socio productivas, de intercambio y consumo, desde perspectivas no hegemónicas. “El gran propósito es interpelarnos y pensar qué alimento se está produciendo, de qué modo, con qué prácticas, con quiénes y para qué; interrogarnos cuál es la finalidad de un sistema agroalimentario, repensar los procesos económicos detrás de la alimentación”, mencionó.
Pérez relata que la concepción de Soberanía Alimentaria nació en el seno de los movimientos sociales y, puntualmente, de la organización internacional Vía Campesina que la presentó en el marco de una cumbre mundial sobre la alimentación organizada por la FAO, celebrada en Roma en 1996. “Es un concepto muy potente que arroja dimensiones interesantes, por lo que algunas personas lo consideran un paradigma, un modo de pensar la alimentación y la agricultura en su conjunto”, sostuvo.
En ese sentido, la docente destacó que se trata de una mirada que revaloriza “el derecho que tienen los pueblos a decidir sus propias políticas de producción, distribución y consumo de alimentos, para que sean nutricional y culturalmente apropiados a las condiciones únicas de cada territorio”.
La garantía de acceso a una alimentación de calidad
Según los datos de la FAO, se estima que en el mundo 672 millones de personas adultas y 124 millones de infantes presentan obesidad, mientras que 40 millones de menores a 5 años tienen sobrepeso. Una agricultura centrada en las personas puede ser una respuesta ante esta problemática y, en palabras de Pérez, “es la que practican millones de agricultores familiares, campesinas y campesinos, e indígenas en todo el mundo; sucede que esos alimentos no los encontramos en las cadenas de supermercados”.
Su sanción (de la Ley de Etiquetado Frontal) es un primer paso para ejercer el derecho a la información sobre qué sustancias utilizan las empresas en la producción industrial de alimentos.
Daiana Pérez
En este sentido, la docente se refirió al proyecto de ley que busca brindar un marco regulatorio para el etiquetado frontal de alimentos procesados y ultraprocesados. “Su sanción es fundamental desde nuestra perspectiva, porque es un primer paso para ejercer el derecho a la información sobre qué sustancias utilizan las empresas en la producción industrial de alimentos”.
También remarcó que la legislación abarcaría “aquellos alimentos producidos en forma industrial y, aunque se los sigue llamando alimentos, aportan una nutrición insignificante o nula”. En ese sentido reafirmó que “Argentina necesita esta ley que ya es una realidad en otros países como Uruguay, Perú, México, entre otros”.
Producir cuidando el ambiente
Los problemas relacionados a cómo se producen los alimentos, se distribuyen, comercializan y consumen no solo afecta la salud humana, también trae graves consecuencias al planeta. Para la docente, “es posible producir alimentos cuidando el ambiente y la agroecología es una propuesta clara”.
Pérez explicó que “la Soberanía Alimentaria propone volver a pensar las dietas en base a producciones locales y regionales, a agriculturas que instauran otras relaciones sociales, que no están basadas en la explotación y el extractivismo”. Se trata de construir “otra relación entre la naturaleza y la sociedad, y entre quienes son parte de los actos productivos”.
Según la investigadora, los principios del movimiento por la Soberanía Alimentaria y la Agroecología están vinculados con las economías sociales, populares y solidarias, “de ahí que se trabaje en torno a las nociones de comercio y precio justo, de consumo responsable o de circuitos cortos de comercialización”. Estas concepciones, detalla, “conciben el alimento agroecológico como un derecho de todos y todas, no como un producto diferenciado sólo para las élites o como un nicho de mercado”.
¿Qué se destaca en esta fecha?
Considerando a la alimentación como “un requisito de la supervivencia y el bienestar, y un derecho humano fundamental”, la FAO proclamó este día con la finalidad de concientizar a los estados y a sus poblaciones sobre la importancia de la alimentación, además de promover la solidaridad en la lucha contra el hambre, la pobreza y la desnutrición.
Algunos de los objetivos que se plantea la organización mundial con el establecimiento de esta fecha son aumentar la conciencia pública en torno a la temática y fomentar el sentido de solidaridad nacional e internacional en la lucha contra el hambre, la malnutrición y la pobreza. Asimismo, promover la transferencia de ciencia y tecnología a los países en desarrollo, en provecho de la agricultura familiar y del campesino sin tierra, con miras en la posibilidad de realizar una nueva revolución agrícola mediante el establecimiento de nuevos métodos biológicos.
Alentar a la participación de las masas rurales en las decisiones y medidas que afectan a su desarrollo, con el fin de fomentar una mayor autosuficiencia y de mejorar los niveles de vida de las personas campesinas pobres, es otra de las finalidades.