La alerta hídrica en la región invita a pensar el lugar estratégico en que nos encontramos a nivel mundial. Un docente de la UNER aportó información sobre el tema.

El río Paraná atraviesa una baja alarmante que podría superar la emergencia hidrológica histórica de 1944. El registro actual se acerca al peor promedio mensual en más de medio siglo y se espera un pronóstico desalentador para los próximos meses. En tal contexto, es imperioso reflexionar sobre la importancia de este recurso natural.

En diálogo con UNER Noticias el docente e investigador de la Facultad de Ciencias Agropecuarias, Oscar Duarte, se refirió al origen de este fenómeno y a las consecuencias que conlleva. “La causa directa es sin dudas la falta de lluvias, hay un déficit hídrico muy marcado hace dos años” afirmó. También mencionó que “generalmente las zonas con sequías se compensan con otras donde llueve, pero acá se da la coincidencia de que no hay precipitaciones en los dos principales afluentes del río Paraná, que son el río Paraguay y el Alto Paraná”.

La bajante extraordinaria afecta a toda la Cuenca del Plata. El experto en ciencias de la tierra y de recursos hídricos explicó que a partir de junio del 2019 el Paraguay comenzó un descenso y alcanzó un pico de mínima en otoño del 2020. “En la capital entrerriana el nivel del río llegó a los 1.60 mts. y desde esa fecha nunca se recuperó, pese al pico de 3 mts. entre febrero y marzo de 2021”.  

Gracias a leves lluvias en su Cuenca Media, la medida creció la última semana, alcanzando los 0.04 mts. Sin embargo, llegó a -0.12 mts. en junio y sigue aún muy lejos de su altura promedio. Según el Instituto Nacional del Agua (INA) estamos atravesando el mes más crítico. En su reciente informe, emitido el 7 de julio, alerta que el día 20 el nivel podría llegar a -0,25 mts. 

En el mismo sentido, Duarte sostuvo que “va a continuar un descenso marcado, dado que tenemos meses de baja temperatura y hay poca evaporación, por lo que llueve poco”. También explicó que en caso de existir precipitaciones habrá que esperar aproximadamente 15 o 20 días para que ingrese agua.

La baja más pronunciada en más de 50 años

Duarte fue jefe del Departamento de Hidrología y Cuencas de la Dirección de Hidráulica de Entre Ríos de 1995 a 2019 y trabajó con el equipo pronosticador del INA. “De alguna manera uno va conociendo el río y la cuenca, por lo que creemos que puede llegar a valores similares o menores a los de 1944”, señaló. “Personalmente -afirmó- en base a los pronósticos que indican la escasez de lluvias importantes en la cuenca del Plata, supongo que esa emergencia histórica puede llegar a ser superada”.

En 1944, el hidrómetro de Paraná marcó 1.40 mts. por debajo del cero, situación similar a otras ciudades como Diamante y La Paz. El investigador relató que es el antecedente de descensos más importante de todos, “si bien hubo otras, esa sequía duró más de dos años, un período muy prolongado y evidentemente similar a lo que se está viviendo hoy”.

Duarte también se refirió a la variabilidad climática y enfatizó en que “los extremos se hacen cada vez más extremos, las temperaturas altas son cada vez más altas, cuando llueve batimos todos los récords de intensidad, si empezamos a hacer un análisis histórico vemos que todos los fenómenos son cada vez más crecientes; tal es el caso de la sequía extrema actual que hace 70 años no se daba”.

Las consecuencias

El docente hizo mención sobre los impactos que acarrea la problemática. Uno de ellos es la dificultad en las tomas de agua para abastecer a las poblaciones. “En Paraná se está haciendo un dique para solventar la altura del río y facilitar el trabajo de las bombas, al igual que en otras ciudades”, mencionó.

Los cambios morfológicos también son un aspecto preocupante. Duarte explicó que el propio río sostiene a las barrancas, “les da un pie con determinado peso, pero al no contar con eso se da un deslizamiento que puede ser muy marcado”. Asimismo, comentó que se generan movilizaciones de las dunas de arena que se encuentran en el lecho del río.

Por otro lado, las lagunas y arroyos donde los peces generalmente ingresan a desovar disminuyeron con la bajante, a lo que se suma la sobrepesca. “Si bien son ambientes que se reproducen fácilmente -expresó- vamos a tener un impacto negativo en la fauna íctica y se prevé que en algunos años no tendremos buena pesca en el Paraná”.

Según el investigador, la falta de agua produce complejidades en la navegación: “Al tener que disminuir las cargas, se ocasionan pérdidas económicas de millones de dólares que quedan parados”. También describió que la escasez hídrica puede generar incendios en las islas, debido a la liberación del metano que se encuentra bajo el pantano. Mencionó que, si la sequía continúa hasta septiembre u octubre, existe la posibilidad de quemas.

Duarte reflexionó sobre el valor de este recurso natural para nuestra región. “No miramos al río, no se le da la importancia que tiene, estamos parados en un lugar estratégico a nivel mundial y no nos damos cuenta”. Además reafirmó: “Por eso es importante que la Universidad tome esa bandera y la levante, somos la capital del agua en Entre Ríos, pero la tenemos que hacer efectiva”.