La Licenciada en Genética y Doctora en Ciencias Biológicas Eva Carolina Rueda dirige este trabajo que aporta al conocimiento de especies del río Paraná, con perspectiva en la producción y conservación.
El proyecto denominado Identificación de genes a partir de transcriptomas en peces de extensivo uso comercial. Aplicaciones para acuicultura propuso el uso de secuenciación de nueva generación (NGS), para obtener marcadores moleculares útiles en acuicultura. “Se orientó a conocer cuáles son los factores genéticos que afectan a estos peces para empezar a trabajar con estos conocimientos teniendo en perspectiva su producción y conservación. Seleccionamos especies de uso comercial en nuestro río Paraná, como el sábalo y el pacú (Prochilodus lineatus, Piaractus mesopotamicus)”, señaló Eva Carolina rueda, directora del trabajo desarrollado en la UNER con colaboración del Instituto Nacional de Limnología (CONICET-UNL).
La utilización de herramientas genómicas es muy frecuente en la producción de alimentos, señaló, y detalló que “se utiliza en animales de cría y cultivos como el maíz, soja, trigo; por ejemplo, se producen semillas que contienen los genes de resistencia a distintas plagas o factores climáticos. En este caso la idea es entender a nivel molecular los procesos fisiológicos para identificar los factores críticos en el desarrollo, y luego poder trabajar la selección genética, identificar a los mejores reproductores, conocer los genes que contribuyen mejor a la descendencia y a la resistencia a ciertos factores ambientales”, sostuvo la especialista, quien actualmente también se desempeña como Subsecretaria de Proyectos Científicos y Tecnológicos en el Gobierno de Santa Fe.
Asimismo, afirmó que la piscicultura representa un área de vacancia, lo que motivó su interés en el tema. “Aunque la cría de peces conlleva diversas dificultades, requiere una fuerte inversión y coordinación de políticas integrales que incluyan las dimensiones ambientales, ecológicas, sociológicas, económicas y antropológicas”, explicó. Argentina es el único país de América del Sur que exporta peces de agua dulce, entre 15.000 y 20.000 toneladas se destinan para producir alimento balanceado. “Deberíamos tener un pensamiento estratégico y una planificación. La bajante histórica del río preocupa además, ya que el sábalo migra y necesita del valle aluvional para reproducirse, alimentarse y desarrollarse en sus primeros estadíos en zonas bajas, luego vuelven al cauce principal. El sábalo significa el 60% de la población ictícola del río Paraná y sostiene la cadena trófica en nuestra región, por eso es tan importante”, profundizó.
Continuidad de la línea de investigación
Rueda sostuvo que “no existen estudios de conservación genética, por lo tanto no se sabe cuál es el reservorio genético de estos peces de agua dulce como el sábalo, la boga, el pacú y el surubí. En este trabajo pedimos que se conserven las muestras para continuar la línea de investigación. También he presentado otro proyecto donde utilizo las muestras desde hace 10 años para investigar las transformaciones y la situación actual del recurso”.
Por otra parte existe una colaboración con grupos de investigación de Massachusetts para la secuenciación del genoma del dorado (Salminus brasiliensis). “La dificultad está en lograr conseguir y administrar recursos que permitan costear estos análisis y sostener los grupos de investigación”, indicó.
El proceso de lectura de los resultados
La secuenciación de genomas de los organismos es un área que avanza constantemente y en los últimos años, su velocidad, las plataformas de análisis y el acceso a las nuevas tecnologías, han permitido que diversos grupos en todo el mundo puedan generar datos genómicos. La investigadora explicó que “lo que avanza es la física, no la genética, porque el aparato tiene una reacción físico-química para poder leer lo que dice el ADN. Lo que cambia son las tecnologías de diagnóstico, que permiten observar con mayor precisión el proceso fisiológico. La gestión y análisis de datos biológicos es un conocimiento estratégico. Debemos destacar la visión pionera de la UNER a través de la creación en 2005 de la carrera de Bioinformática en la Facultad de Ingeniería. Formar recursos humanos en este campo es fundamental, por su alta demanda y utilidad para otras disciplinas científicas. En nuestro caso, para estudios de genética de poblaciones”.
Integran junto a Rueda el equipo de investigación: Juan Manuel Cabrera (Instituto de Investigación y Desarrollo en Bioingeniería y Bioinformática (IBB-UNER); Darío Ezequiel (Cátedra de Genética, Facultad de Ingeniería-UNER); Carla Bachetta (investigadora adjunta CONICET- Instituto Nacional de Limnología (INALI-UNL-CONICET).