La fusariosis de la espiga (FET), enfermedad fúngica causada por especies del género Fusarium, es una de las afecciones más destructivas y causantes, a nivel mundial, de importantes pérdidas económicas en trigo y otros cereales.

Lucrecia Cristina Gieco, ingeniera Agrónoma y docente en la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la UNER, dirige el proyecto por el cual analizan distintos mecanismos de resistencia genética a la fusariosis en la espiga de trigo pan. En diálogo con UNER Medios, comentó sobre la dinámica de trabajo y el análisis que desarrollaron, con el fin de “lograr germoplasma con mayor resistencia a la producción de micotoxinas por parte del hongo, en un estadío no tóxico”.  

El proyecto surgió como respuesta a la problemática identificada en el primer eslabón de la cadena productiva del trigo, que impacta negativamente en la agroindustria y en las personas consumidoras. Según la especialista, “en Argentina se registraron pérdidas de rendimiento de un 20% a 30% y Entre Ríos presenta mayores probabilidades de ocurrencia de epifitias que otras subregiones”. 

Gieco explicó que la fusariosis de la espiga (FET), es una enfermedad que destruye los cereales de grano pequeño como el trigo, la cebada, la avena, el centeno y el maíz. “Las pérdidas económicas que genera están asociadas a la reducción del rendimiento y a la calidad del grano producido. Tanto la inocuidad y calidad se ven afectadas por la degradación del almidón y otras proteínas, además de la contaminación mediante diversas toxinas perjudiciales para la producción animal y salud humana, siendo el DON la micotoxina mayormente detectada en todo el mundo”, especificó.

El trigo representó el 28,7 % de la producción mundial de cereales en 2018/19 (771 millones de toneladas) y constituye, junto al maíz y el arroz, los productos agrícolas más importantes para la alimentación humana (FAO, 2019).

Efectos del DON en la salud animal y humana

Acerca de los efectos perjudiciales por el consumo de DON –deoxinivalenol, también conocido como vomitoxina– en el organismo humano, la entrevistada enumeró “las alteraciones del funcionamiento en el sistema inmunológico tanto en animales como para las personas, efecto hemolítico sobre los eritrocitos, lesiones en la mucosa del tracto gastrointestinal –hemorragias–, vómitos, diarreas, rechazo del alimento –síndrome anoréxico– y pérdida de peso, entre otros”. Asimismo, mencionó que en nuestro país “recientemente se incorporaron al Código Alimentario Argentino los límites máximos de DON, ocratoxina (A) y fumonisinas (B1+ B2) para subproductos de trigo y maíz, quedando establecido para DON los límites de 0,2 ppm en alimentos a base de cereales para lactantes y niños pequeños, y 1 ppm en harinas, sémolas, semolinas, hojuelas o copos de trigo y maíz”. 

Consultada sobre los sistemas utilizados actualmente para controlar la fusariosis en el trigo de pan, la docente señaló “el uso de múltiples e integradas estrategias de manejo, rotación de cultivos y rastrojos, que son considerados herramientas medianamente eficaces para una observancia adecuada, debido a que fusarium graminearum es un patógeno facultativo con un amplio rango de hospedantes, incluyendo malezas, especies gramíneas y no gramíneas cultivadas, lo que asegura una alta probabilidad de inóculo presente”. Además destacó, en relación al control químico, que “el uso de fungicidas constituye una medida complementaria que puede ser utilizada cuando las condiciones ambientales resultan conductivas, lográndose la mayor eficiencia de control en la enfermedad y disminución del contenido de toxina DON”. 

Sin embargo, la ingeniera sostuvo que estas estrategias de manejo “no son siempre factibles de realizar, redundan en un mayor costo económico para el productor en el caso de las aplicaciones de fitosanitarios y en un gasto ambiental resultante de la pérdida en la eficacia de los principios activos frecuentemente utilizados, a través del tiempo”. En este sentido, remarcó que “el desarrollo y utilización de cultivares de trigo con resistencia a la FET, ha sido reconocido como una de las estrategias más económicas, ambientalmente segura y efectiva, para el manejo de la enfermedad”. 

Análisis en desarrollo

El estudio se encuentra dentro del área temática Agroindustria. Mejoramiento de cultivos y producción de cereales y oleaginosas, “enmarcado en una estrategia referida a minimizar los impactos ambientales, dado que se pretende identificar fuentes de resistencia a la enfermedad fúngica”, describió la docente. 

“En la ejecución del proyecto buscamos identificar genotipos con buen comportamiento, siendo de particular interés la resistencia a la acumulación de micotoxinas que puedan emplearse en el desarrollo de nuevos cultivares adaptados a las condiciones agroecológicas de la región y con capacidad de expresar bajos niveles de enfermedad en el grano producido, aún en presencia del patógeno”, expresó Gieco. Además resaltó que esperan “seleccionar seis genotipos con un buen comportamiento agronómico”.

Finalmente, la especialista remarcó la importancia en “la producción sustentable de alimentos, tanto en cantidad y calidad, como punto de partida para lograr producciones inocuas, ya sea en el presente como en el futuro”. En ese sentido destacó que “identificar y dar respuesta a través de la generación de conocimiento a problemáticas productivas del sector agropecuario, agroalimentario y agroindustrial, para impulsar y contribuir al desarrollo sustentable y sostenible de la región, constituye parte de la misión institucional de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la UNER, de la Universidad Nacional de Río Cuarto –Córdoba– y del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria”.