En el Año Internacional de las Frutas y Verduras, declarado así por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), una acción de Extensión de la Facultad de Bromatología UNER busca revalorizar su consumo. La propuesta se denomina Los frutos y los pasos de mi pueblo, y se desarrolla en Gualeguaychú. María Clara Melchiori, docente de la Facultad y coordinadora del proyecto, dialogó con UNER Medios acerca de esta experiencia.

Con una fuerte mirada local, el objetivo es reflexionar acerca de la producción, disponibilidad, comercialización y consumo de frutas y verduras. “En particular, nos propusimos trabajar en nuestra ciudad con una relación con los productores frutihortícolas de cercanía. Nos focalizamos en aquellos que tienen técnicas agroecológicas, para unir esta necesaria mirada del cuidado del ambiente. Se nos ocurrió sumar a otros actores, como la gente que hace arte, que pinta y dibuja, y ver cómo ellos podían expresarlo”, indicó la docente.

El proyecto es emprendido por estudiantes, docentes y PAyS de la Facultad, en articulación con distintos actores e instituciones de la ciudad, como la Biblioteca popular Sarmiento, el INTA, el IGA (Instituto Gastronómico de las Américas), la Secretaría de Gestión Cultural y Educación de la Municipalidad de Larroque y el Instituto Superior de Arte [D-162] .

Revalorizar alimentos olvidados

El trabajo también apunta a que puedan volver a la memoria, y a las cocinas, distintas frutas y verduras que solían ser de consumo cotidiano. El rol de los artistas en el proyecto es, precisamente, retratarlas. Esa tarea está a cargo de integrantes de El Rincón de Gladys, un taller de dibujo y pintura de la ciudad a cargo de la profesora Gladys Zagert. “También incorporamos a gastronómicos que nos pueden ayudar a plantear diversas formas de aumentar el consumo, para que los productores puedan diversificar su producción. Eso trae beneficios para el suelo, el modo de cultivo, y para que esa producción sea aprovechada por los consumidores”, explicó. 

Entre las frutas y verduras que Melchiori señaló como “perdidas u olvidadas”, se encuentran “las granadas, los membrillos, los higos de tuna, nísperos y quinotos. La ortiga era utilizada por comunidades como las italianas en la elaboración de rellenos de pastas; la borraja es otra que fue consumida en épocas de escasez. Los productores nos dicen que plantas como el nabo la gente no las sabe usar ni las conoce, tampoco conocen lo que son las habas. Entonces hay que hacer un trabajo de divulgación, en donde se pongan en imágenes estos productos, se comente sobre sus usos y se enseñe a utilizarlos en diferentes recetas”, comentó. Además, está en marcha la elaboración de un recetario que responda a esta demanda.

En pandemia “mucha gente aislada necesitaba que se le acercara a su domicilio frutas y verduras. Los productores agroecológicos locales se organizaron y pudieron llevarlas hasta la puerta de la casa de sus consumidores. Mucha gente se volcó a elaborar comidas en la casa, pero por otro lado se tornaba mayoritario el consumo de productos de tipo panificados, con el uso de harinas, y nosotros estamos en otra mirada”, definió. 

¿Qué sucede con las frutas en Gualeguaychú?

El trabajo desarrollado en esta acción de Extensión en Emergencia derivó en una investigación que emprendieron practicantes y estudiantes del primer año de la Licenciatura en Nutrición. Indagaron acerca de “qué pasaba con la producción de frutas en nuestra ciudad. Claramente no la hay, o es muy escasa. De tal manera que nos encontramos con el desafío de promover el consumo de frutas donde no hay producción”, sostuvo Melchiori.

El hallazgo hizo que los estudiantes de Nutrición avanzaran en otras preguntas: ¿de dónde vienen, cómo llegan y qué precio tienen las frutas en los comercios de Gualeguaychú? Esto resultó de importancia ya que “incentivar el consumo lleva a pensar si la población está en condiciones de adquirirlas. Entonces hicimos una georreferenciación de los comercios, sacamos datos de los precios, realizamos algún tipo de análisis de los mismos. Fue una experiencia muy linda”, añadió. 

La intención es presentar los datos recabados a las autoridades del municipio, para poner en discusión esta problemática en torno a la falta de producción local. “Hubo épocas anteriores cuando efectivamente aquí existían huertas y chacras productoras de frutas, que han desaparecido. ¿Es factible pensar que eso vuelva a surgir, cuáles serían los condicionantes, seremos capaces de volver a eso?”, se pregunta la coordinadora del proyecto. 

Para finalizar, reflexionó: “Soy una enamorada de la extensión universitaria, creo que es una función prioritaria. A través de este trabajo nos vamos metiendo en vericuetos y laberintos, un tema nos lleva a investigar y otro nos lleva a relacionarnos con otros, y eso involucra más tiempo y miradas diferentes”.